Anoche
me suicidé.
Caminé
como el muerto que pronto esperaba ser hacia el cajón donde guardaba
el arma.
La
cogí anhelando su tacto negro contra la ardiente palma de mi mano,
el frío del acero del gatillo en contacto con mi dedo tembloroso, su
clara certeza de muerte contra mi oscuro desvarío sin sentido.
Apoyé
su cañón contra mi sien.
Cerré
los ojos.
Respiré
hondo.
Disparé.
Y lo
más extraño de todo es que no sucedió nada.
La
bala salió de la boca del revolver como un tren sale a toda
velocidad de la oscuridad del útero de la tierra hacia la luz del
rojo amanecer de mi cerebro, lo atropelló, deshaciéndolo en mil
pedacitos y arrojándolo fuera de mi cráneo violentamente contra la
pared.
Pero
no sucedió nada.
Seguí
viviendo.
Miré
perplejo con mis ojos que hubieran debido estar carentes de vida a
mis propios sesos pintando un cuadro surrealista sobre el blanco
lienzo de escayola sobre bloque.
Pensé
que las líneas rojas y los pegotes grises bien hubieran podido ser
firmados por Jackson Pollock.
Y
también pensé que no sabía cómo podía pensar si mi cabeza estaba
vacía, si un pequeño agujero de entrada y uno más grande de salida
atestiguaban que había sido vaciada por completo.
Si
pudiese, me hubiese sacado un ojo, y, sosteniéndolo cuidadoso entre
los dedos, lo hubiera introducido por el agujero más grande, para
ver si era capaz de comprender algo de lo que estaba pasando, para
que mi propia vista pudiera comprobar si efectivamente si mi cabeza
estaba vacía del todo, o había quedado algún resquicio de cerebro
pegado al hueso que pudiera seguir pensando por su cuenta algunos
últimos pensamientos.
Pensé
también que quizá mi cerebro siguiera pensando en mí persona, como
un yo externo que piensa en mí desde fuera de mí, aunque ya no
estuviera en mí, y que lo que ahora chorreaba ante mis ojos se
habría convertido en un nuevo cerebro, o en el viejo cerebro que se
había reorganizado tras el caos de una bala que le había hecho el
amor salvajemente, o en cualquier otra cosa que no puedo explicar con
palabras, pues las palabras supuestamente deberían salir de un
cerebro que ya no sé cuál es, ni dónde está, ni por qué sigue
pensando en contra de mi voluntad, y mis pensamientos quizá se
estaban originando en lo que una vez fueran mis sesos y mi sangre,
ahora formando ese extraño dibujo en la pared, ante lo cual la pared
entera, o quizá incluso la habitación, era ahora mi cráneo, un
cráneo bidimensional dentro de un edificio bidimensional dentro de
una ciudad bidimensional dentro de un universo bidimensional.
Si así
fuera, mis pensamientos también serían bidimensionales, como una
fotografía negada de movimiento y de vida, estampados contra una
superficie plana, pensamientos planos.
Tendría
que volver a repetirlo una y otra vez, hasta el infinito.
Tendría
que volver a volarme la cabeza una y otra vez para que mis sesos ya
no cupieran en esa pared, y se elevasen en diferentes capas, y
tuviesen que salir de ella, chorreando hacía el suelo, hacia el
techo, hacia las demás paredes, hacia todas las paredes que
conforman este universo cúbico que me rodea, llenándolo y
preñándolo de sesos y de sangre hasta que las dos dimensiones por
fin se convirtieran en tres, o en qué se yo cuántas más, porque
cuando mi cerebro adquiera el volumen necesario para llenar de sus
despojos un universo cúbico completo, seguramente que ya no
existirían tan sólo estas tres tristes dimensiones.
No
existiría ni siquiera el espacio, ni el tiempo.
Ahí
sí que sabría que al fin estoy muerto.
Pero,
¿y si después de la primera vez mi cabeza hubiera quedado
irremediablemente vacía?
¿Si
ya no hubiera nada dentro de ella para seguir pintando ese cuadro?
¿Y si
yo realmente hubiera quedado del todo vacío, como un muñeco de
trapo al que le hubieran arrancado el relleno?
¿Y si
mis pensamientos quedaran así para siempre, irremediablemente planos
y bidimensionales?
Esta
perspectiva es tan terrible, que me suicidaría ante el espanto que
me produce, si no fuera porque eso ya lo probé anoche, y no sucedió
nada.
EPÍLOGO:
Una
vez leí, no recuerdo dónde, que si un escritor tenía que escribir
un epílogo para explicar una obra, es que no había escrito bien
dicha obra, porque lo normal es que ella se hubiera explicado por sí
misma, y toda explicación posterior hubiera sobrado.
En
este caso, mucho me temo que mi ingenio como escritor ha tropezado
con una piedra y ha caído rodando por los suelos, porque parece ser
que el mensaje que quería transmitir no llegó con la claridad
debida. Y diría más, parece que la analogía del suicidio ha herido
sensibilidades a personas a las que leo asiduamente y aprecio mucho. A ellas, les ruego me disculpen.
Así
pues, no tengo más remedio que añadir este epílogo a modo de
explicación, para equilibrar mi torpe intento y corto talento a la
hora de expresar lo que parece que no pude o no supe.
En
realidad, todo el relato intenta ser una metáfora, a todas luces demasiado rebuscada, lo admito, sobre la entrega
total del artista en el acto de crear, que pone toda la carne en el
asador de su arte y se deja la piel en ello como si se dejara la
vida, y después comprueba frustrado que su obra no es lo que él
esperaba en su principio, Y creo que esa especie de frustración y de
bloqueo creativo lo hemos sentido todos y todas alguna que otra vez.
No es casual que lo que sale del cerebro del personaje se asemeje a
un cuadro de Jackson Pollock. Era una pista y un claro indicio de que
estaba hablando de un artista. Hubiera podido decir que contra la
pared surgió un poema de William Blake, o la sinfonía de Karel Husa
que usé como inspiración mientras escribía, y cuyo vídeo compartí
junto con el texto por ese mismo motivo, para que el lector escuchara
las mismas notas que yo escuché mientras tecleaba. Pero usé la
imagen de un cuadro de Pollock porque me pareció que era lo más
gráfico. Y quizá incluso resultó demasiado gráfico, hasta el
punto que la metáfora quedó completamente sepultada detrás del
supuesto aspecto más “gore” de la imagen simbólica.
Ya lo
dije claramente en mi anterior entrada: un poeta no siempre escribe
sobre lo que le sucede a él personalmente. A veces inventa un
personaje. Evidentemente, yo nunca me he suicidado, ni siquiera lo he
intentado. Pero sí que he vivido muchas veces ese sentimiento,
permítaseme la licencia de llamarlo “paralelo”, de morir
simbólicamente durante el acto de crear. Y eso mismo es lo que le
sucede al personaje del relato. De ahí su miedo a quedar “vacío”,
que viene a ser otra metáfora a perder la inspiración de las musas.
¿Y si ya lo he entregado todo en esta obra? ¿Y si no me queda nada
dentro para una más, para la siguiente? De hecho, todos sabemos que,
a veces, cuando una obra nos reclama mucho esfuerzo, después
necesitamos un tiempo (la duración para cada cual es completamente
subjetiva) de, digamos, recuperación, antes de volver a escribir con
normalidad. E incluso puede suceder, muchas veces, que un artista no
sea objetivo sobre su propia obra, llegando a ser completamente
injusto con ella, y la odie y la denueste una vez concluida, e
incluso la recluya en un cajón y no vea la luz hasta muchos años
después.
El
proceso creativo siempre es caprichoso. Y tirano, no lo olvidemos.
Impactante suicidarse sin el resultado esperado.
ResponderEliminarImpacta tu relato por lo bien que describes esa sensación de angustia al comprobar la inutilidad del acto.
Mil besitos.
Muchísimas gracias por leer y por tus amables palabras.
EliminarBesos.
P.D.: He incluído un epílogo, por si te apetece leerlo.
Agradezco hayas añadido el epílogo, aun así yo lo enfoqué como cuando lo das todo en un momento dado sin obtener el resultado esperado... es como decir... lo hice así a sabiendas de que era un suicidio emocional, nunca físico.
EliminarTe felicito por tu relato, muy bien llevado... aunque, reconozco que yo no cogiera la idea principal, lo siento. Pero sí he apreciado el ritmo del relato.
Gracias una vez más, Alfredo.
Mil besitos y buen finde.
Firmaste al pie de la pared?
ResponderEliminarSaludos.
No sé, tocayo, pero me da por tu comentario me da que tú sí que has entendido lo que quise decir...
EliminarSaludos.
P.D.: He incluído un epílogo, por si te apetece leerlo.
Con lo de Pollock había quedado clarísimo, al menos para mi ;)
EliminarGracias.
Joer, menudo texto te has marcado. Vaya filosofada. Me encanta, pero tengo que decirte que me has revuelto las tripas, malaje :P
ResponderEliminarBesos
Sí, jefa, es una filosofada, pero sobre el arte y el proceso creativo. Y me da que me pasé de metafórico, que al final se aprecia más el lado gore que el simbolismo... En fin...
EliminarBesos.
P.D.: He incluído un epílogo, por si te apetece leerlo.
Te invade el desasosiego, a la vez que te incita a visionar esa perspectiva que nos muestras. Nos lanzas de lleno a esos interrogantes que se convierten en nuestros… Y sólo silencio y la mente divagando…tras leer el último párrafo…
ResponderEliminarSencillamente, inquietante y maravilloso…
Un placer, Alfredo.
Mil Bsoss!!
Muchísimas gracias, mi queridísima amiga.
EliminarSi te soy sincero, estoy un poco descontento con el resultado de esta obra, porque parece que no ha llegado como hubiera debido, y no puedo sino culparme a mí mismo por no haber sabido hacerlo mejor. De hecho, he tenido que añadirle un epílogo... Eso me pasa por pretender ser demasiado rebuscado... Jejejejejeje! ;)
Muchos besos, amiga mía.
Tu obra es perfecta. Y la interpretación siempre dependerá de cada uno.
EliminarY que me encanta leerte, sentirte y disfrutarte ;-)
Eres un lujo, Alfredo... Muacksss!!
La verdad es que para que alguien se suicide es que le pasa algo muy grave que no puede soportar o que nadie le ayuda a hacerlo...Ni siquiera hay que sopesar la posibilidad de hacerlo porque te aseguro que no hay vuelta a atrás. La muerte no juega, con ella no valen arrepentimientos...Sé que solo es una divagación literaria pero me duele por experiencias propias.
ResponderEliminarBesos
Amiga Clara, no es un suicidio literal. He añadido un epílogo explicando el sentido metafórico de la obra, por si te apetece leerlo. Quizá no hubiera debido usar la palabra "suicidio", no sé, quizá...
EliminarBesos.
Ya lo había entendido, el epílogo está bien, pero no creo que haya que explicar lo que uno escribe. Tu expresaste tus ideas, yo las entendí, aunque no lo parezca, pero quise expresar lo que opino sobre el suicidio real.
EliminarDe todas formas si un texto como el tuyo remueve el interior de todos los que le leen es que merece la pena aunque cada uno lo lleve en su propia dirección.
Gracias por todo
Sabes? Cuando alguien se quiere suicidar y no lo consigue, después cae en un estado de depresión aún más profundo que el que le llevó a intentarlo. Además siente vergüenza, culpa...
ResponderEliminarEste tema me toca muy de cerca, demasiado.
Un beso Alfredo
Lo siento muchísimo, amiga mía. No me refería a un suicidio literal, sino simbólico, metafórico. He añadido un epílogo en el que explico el sentido de lo que quise decir y no pude o no supe.
EliminarBesos, y mil disculpas si he herido tu sensibilidad.
No! No te preocupes en absoluto!
EliminarUn abrazo.
Ese tipo no hace nada bien, ni siquiera sirve para suicidarse. Me ha gustado el relato y las reflexxiones que realizas sobre el extraño suicidio. Ademas, el final es genial cuando el hombre se lamenta de que ya no puede suicidarse porque ya lo ha hecho.
ResponderEliminarCiertamente, este pobre diablo no hacer nada bien... Jejejejejeje! ;)
EliminarEn fin, qué le vamos a hacer...
Por favor, no te vuelvas a suicidar más, porque sería capaz de matarte, todas las veces que fuera necesario sí lo vuelves a hacer, jaja.
ResponderEliminarBesos, amigo.
Jajajajaja! Tranquila, amiga, que es un suicidio simbólico, en absoluto literal. Me he visto en la tesitura de tener que añadir un epílogo para explicar qué intentaba decir en el relato.
EliminarBesos, amiga.
Yo creo que se te había entendido sin necesidad de epílogo, pero comprendo esa frustración que se siente cuando ves que el lector no está en tu honda. Es como cuando cuentas un chiste, no se entiende y tienes que explicarlo. Pierde la gracia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Entiendo perfectamente que la palabra "suicidio" pueda herir ciertas sensibilidades, y hay que respetar...
EliminarMe alegro de que tú sí lo entendieras sin necesidad del epílogo, aunque, como en el chiste, con la explicación pierda la gracia.
Abrazos, amigo.
Pues lo entendí perfectamente mi querido alfredo, a mi me hubiese sobrado la explicación, pues comparto en su totalidad tu pensamiento tanto al texto escrito como al epílogo. A mi personalmente me encantó (para no variar) está claro que es una prosa o relato desde la fantasía del escritor (este tu caso), como también entendí, tu necesidad de explicar.
ResponderEliminarMis felicitaciones siempre, hermano, me gusta mucho como elucubra esa, tu mente.
Besos, todos.
Yayone...
Muchísimas gracias, mi amiga, mi compañera, mi hermana...
EliminarBesos.
Yo lo entendí como un suicidio metafórico y cómo, a pesar del gran vacío existencial, seguimos conscientes de nuestra existencia y la existencia en sí misma, que va más allá de la muerte, aunque no llegue a expresarse plenamente. Tu epílogo me aclaró el acto creador. ¡Me parece excelente el relato! Un abrazo.
ResponderEliminarEs increíble, compañero, como un relato a veces va mucho más allá de la intención primigenia de su creador. Una vez que lo lanza al mundo, cada persona crea su propia interpretación personal, y lo más curioso es que todas son válidas, ninguna de ellas desmerece al resto, sino, al contrario, enriquecen al conjunto, a la globalidad de visiones. Eso es lo mejor, sin duda, de espacios digitales como estos en los que tenemos el placer de compartir impresiones. Muchas gracias por leer y comentar, compartiendo tu propia reflexión sobre el texto.
EliminarUn abrazo.
Alguna vez me ha pasado, que parece cuesta "parir" un mundo el texto y dejamos hasta la última gota de la piel en él, dándolo todo, hasta la misma sangre, que te quedas medio mareado.
ResponderEliminarPero cada lector lo interpreta, después a su manera, esa es la mejor de las obras, las que así se pueden interpretar, de diferentes tonalidades, en este caso ese "suicidio" está perfectamente bien explicado, aunque para serte sincera cuesta entenderlo al principio, no se si me creerás pero leí tu texto nada más de publicarlo, y pensé que no tenía muy despejada la mente, que necesitaba leerlo más veces, porque algo querías dar a entender con ese "suicidio", y cuando algo me encanta lo suelo leer varias veces, como ha sido, en este caso, tu texto, que me ha parecido una obra maestra, y lo leí sin prólogo más de una vez, y ahora, que lo has puesto, lo pude tener más claro del todo.
No es fácil llegar al lector de la misma manera que el escritor lo interpreta, porque cada uno tenemos una mirada interior diferente, pero eso no quiere decir que tu ingenio como escritor haya caído al suelo rodando, para nada es así, todo lo contrario, eres muy creativo, y utilizas metáforas, a mí me encantan las metáforas y de vez en cuando también las utilizo, por eso, pensé se trataba de eso, aunque en la primera impresión lo primero que pensé fue algo dramático.
Un placer leerte, Alfredo, es que no puedo decir lo contrario, y te felicito por tu maravilloso ingenio.
Un beso muy grande.
Muchísimas gracias por tus amables palabras, amiga María.
EliminarUna vez me dijo un amigo, también escritor, que una vez que nuestras palabras están sobre el tapete, ya no son nuestras, y cada lector es libre de interpretarlas como quiera. Me alegro de que le dieses una segunda oportunidad, aunque la primera vez te costara.
Respecto a lo del tropezón, sólo fue porque me dolió haber herido sensibilidades de gente que aprecio. Mientras escribía no pensé ni por un segundo que la palabra en cuestión podía levantar tantas ampollas.
Me alegro muchísimo de que te gustara. Y agradezco enormemente y de corazón tus ánimos y tus elogios.
Muchos besos, y buen fin de semana.
Te agradezco el epílogo.
ResponderEliminarEs muy enriquecedor.
Tienes un gran nivel escribiendo y también instruyendo.
Saludos.
Muchísimas gracias, amigo Toro.
EliminarSaludos, y buen fin de semana.
Muy muy buen texto querido Alfredo
ResponderEliminarbueno tengo que hacerte una autopsia y eso me lleva tiempo : ya sabes desgranar lo que entre renglones y espacios se intuye
De momento te dejo una de mis balas, ya sabes esas que no matan pero espantan aquello que la conciencia o la subconsciencia nos atraca
muchos besos
pd/ lo de los cuernos ando yo pensando
porque ha sido de traca ¡¡ luego te contesto tras otra autopsia , me voy por guantes de látex :-)
Muchísimas gracias, amiga. Espero impacientemente tu autopsia.
EliminarP.D.: Y no te vayas a tomar el comentario por donde no es, que sólo intenta ser algo gracioso e inocente, sin más ni más.
Muchos besos, y buen fin de semana.
Ay para nada!! Jaaaaa, al contrario me hizo mucha gracias y solté alguna carcajada
EliminarBieeeeen! Esa fue la intención. Me alegro de haberte hecho reír, amiga mía.
EliminarEs la primera vez que vengo aquí, es la primera vez que te leo y con mucho gusto puedo decir que me ha encantado. No necesito epílogo explicativo de la obra, no necesito más de lo que por sí he leído. Esa pintura artística salida de tu cabeza me ha resultado identificadora y no sé si habrá sido tu intención, pero incluso han habido párrafos que he leído con mucho humor. Me ha intrigado, he reído, me ha hecho pensar y es un texto que, sin duda, para mí se sale de lo bidimensional.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Muchísimas gracias, Nana, un placer tenerte por aquí. Eres más que bienvenida.
EliminarSaludos, y buen fin de semana.
Como estaba diciéndole ahora mismo a María en el comentario anterior, amigo, cuando un texto está tan abierto a multiples interpretaciones, tantas como ojos que lo leen, todas ellas son válidas, pues el texto deja de ser del escritor, y se convierte en propiedad del lector, que lo hace suyo y propio.
ResponderEliminarAbrazos, y buen fin de semana.
Es verdad que no siempre escribimos sobre vivencias propias aunque, supongo, las letras, las palabras nacen de semillas que inadvertidamente caen sobre el alma.
ResponderEliminarEl texto es excelente por lo demás.
Un abrazo
Exacto: muchas veces nuestros personajes tienes cosas nuestras, aunque no seamos nosotros del todo ni exactamente.
EliminarMuchas gracias por leer y comentar. Me alegro de que te haya gustado.
Saludos, y buen lunes y comienzo de semana.
Pues...justamente hasta ayer, pensaba que con la escritura, por muy sublime que me pueda parecer, o la misma poesía...llegara yo a comprender eso de la Mecánica cuántica. Pero mire usted por donde que leyéndole he pensado que todo es posible...hasta que yo entienda que eso de "la cuántica" no sea un misterio para mi.
ResponderEliminarMeterse en el cerebro de una...una que ni siquiera sabe quien soy, es posible que lo haga usted sin esfuerzo. Como lo ha hecho esta vez.
Buenos días.
P.d. No es una sugerencia ni nada, pero quizás debería usted confiar más en sus comentaristas. Creo que el epílogo sobraba.
Vaya, muchísimas gracias. Esto de arrancarme el ojo para introducirlo en el cerebro al final va a tener sus frutos positivos...
EliminarSaludos, y feliz lunes y comienzo de semana.
P.D.: Se tendrá en cuenta para una próxima vez.
Jajaja...perdóneme...es que soy un poco bromista y me gusta provocar...lo del ojo me ha dolido.
EliminarSe nota que usted es un escritor como la copa de un pino.
Saludito y feliz semana.
Nada que perdonar, amiga, yo también soy bromista, y además me gusta mucho el humor negro.
EliminarMuchas gracias por el halago, se lo agradezco de corazón.
Saludos, y feliz semana.
P.D.: ¿Y si nos tuteamos, que no somos tan viejos?
Quizá no hiciera falta el epílogo,pero te digo una cosa....yo lo he encontrado enriquecedor.Me ha aportado cosas.Con lo cual,me alegro de que lo hayas puesto.
ResponderEliminarFelicidades,el texto tiene mucha fuerza.
Buen finde y besos.
Muchísimas gracias, Carmen, me alegro de que te gustara.
EliminarSaludos, y feliz lunes y feliz semana que comienza.
Interesante reflexión, yo según iba leyendo sospeché de que iba el tema, pero al leer el epílogo lo tuve más claro.
ResponderEliminarTe felicito, es muy bueno el texto.
Besos
Puri
Muchísimas gracias, Puri. Me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarBesos, y feliz lunes y feliz semana que comienza.
Parece que nuestras obras tienen vida. El autor las crea, pero hay un momento en el que deja de pertenecernos.
ResponderEliminarPor supuesto, Euterpe, desde el momento en que la publicamos deja de ser nuestra, el lector la hace suya y saca sus propias conclusiones.
EliminarSaludos.
Sí, me da que el epílogo fue necesario a juzgar por algunos comentarios, pero no porque te expresases torpemente, sino porque los lectores nunca están dentro de la cabeza del autor y la mayor parte de las cosas pueden interpretarse de montones de maneras diferentes, además de que el lector suele elegir el camino más corto. Si yo te contase sobre los comentarios que a veces les dejan a poemas míos que son absolutamente obvios... pero no, porque lo que para mí es obvio, para otra persona no lo es. Por eso te han tomado tu texto no como una metáfora de la creación artística, sino como un relato gore, y más si pones como ejemplo a Pollock, cuya pintura es el abstracto más "gore" que nadie se pueda imaginar, y lo sé porque pude ver obras suyas en el Guggenheim de Venecia, de la colección Peggy Guggenheim. Yo también pienso cada vez que escribo un poema que las palabras pueden terminarse, jeje, pero no, al siguiente vuelven a aparecer junto con muchas otras.
ResponderEliminarComparto muy gustosa, Alfredo, y te dejo mis mejores deseos para la semana que recién comienza.
El comentario sobre mi torpeza salió en un momento de cierta pena por haber herido la sensibilidad de alguien a quien aprecio y a quien el tema del suicidio le toca muy cercano, no por otra cosa. Y es que cuando cuanto más poderosas son las palabras y las imágenes que evocan, más difícil es mirar detrás de ellas, leer entre sus líneas, pues el primer significado es el que se nos clava dentro como una flecha. Eso tenía que haberlo intuido. Por lo demás, lo cierto es que me gusta crear textos de interpretación abierta, y que cada cual saque sus propias conclusiones. En otras circunstancias, no hubiera escrito el epílogo, sino que hubiera dejado que cada cual hiciera suyo el texto y lo interpretara a su manera.
EliminarMe alegro muchísimo, amiga mía, que te haya gustado el texto. Muchísimas gracias por leer, y por compartir.
Un beso y un abrazo, y feliz lunes y feliz semana.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPersonalmente, he entendido tu texto como " el purgatorio del creador" para el cual ese amanecer es la hoguera que quema la obra y pare al ave fénix que le impulsa de nuevo al cajón de las palabras.
ResponderEliminarMe siento en complicidad contigo porque a mí much@s me dicen que no entienden lo que escribo, yo les entiendo, y quizá por eso nos entendamos.
Mi abrazo al fuego de las palabras
Por supuesto, amiga, porque, de hecho, esa continua "insatisfacción" es lo que nos lleva a estar escribiendo continuamente, renaciendo de nuestras cenizas. Lo cual me trae a la memoria una frase de Jorge Boccanera, que decía que "Hay que incendiar a la poesía y cantar luego con las cenizas útiles", como hacemos con nosotros mismos, en ese "suicidio" metafórico del que hablaba. Ese mismo tema lo traté en “Versos al azar”, con el suicidio del poeta en una pira funeraria, cuyo espíritu se elevaba con las llamas y el humo hacia los cielos. Eso también quiso ser una metáfora de la necesidad de dejar atrás lo mundano, lo inútil, lo accesorio, prendiéndolos en un fuego purificador e iluminador del que pueda renacer cual ave fénix nuestra mejor obra, como renacemos nosotros mismos en el acto de crear.
EliminarEs sagrada esa complicidad de la que hablas, amiga Athenea, porque efectivamente nos entendemos.
Abrazos.
uno se mata y se resucita a cada rato
ResponderEliminarla pluma nos mece y nos delata
en ella somos y también nos inventamos
un divagar y un aprender errando
Exacto, amiga. Veo que sabes de lo que hablo en el texto, pues lo has sentido igual.
EliminarSaludos.
será porque también escribo jejeje
Eliminarllevo años bloggeando y me ha tocado de todo ver en los comentarios
esto de escribir es pura catarsis na'más
el resto es solo floritura de apellido jejeje
buena jornada
Intenso y profundo. Nunca me han molestado los epílogos, después de acabar un relato me parece que son como un pequeño regalo donde obtienes un poquito más de la historia. Muy bueno, un abrazo
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