sábado, 9 de abril de 2016

AMOR CORRESPONDIDO (3)




El látigo golpeaba la espalda del condenado, una, y otra, y otra vez, mientras el pobre diablo jadeaba ya casi sin fuerzas.

- ¿Y qué te he hecho yo para que me hagas esto? - le preguntó el desgraciado al instrumento de tortura con su último aliento.

A lo que la correa de cuero, manchada de su sangre, respondió:

- No puedo evitarlo, puesto que te amo, y deseo que estemos siempre juntos.



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