domingo, 24 de abril de 2016

EL HOMBRE QUE MORDIÓ AL PERRO

N. del A.: Los de las fotos no son imágenes descargadas de internet, sino de mis propios perros, a los que amo profundamente y considero miembros de mi familia. El negro es Luke, un mestizo recogido de la calle que lleva ya casi ocho años a mi lado. El blanco de Trasto, otro mestizo recogido de un albergue que apenas lleva seis meses conmigo





TITULAR DE LA PRENSA DE ESTA MAÑANA:

Esta mañana ha tenido lugar un suceso insólito en una céntrica calle de la ciudad que ha dejado atónito a todo aquel que ha podido presenciarlo.
Un hombre ha agredido a un perro, propinándole un feroz mordisco en una oreja, que a punto a estado de hacer que la pierda. El dueño del animal, después de haber presentado la debida denuncia en la comisaría más cercana, ha llevado a su mascota a vacunar, porque según parece, el agresor bien pudiera tener la rabia, aunque esto aún no se sabe con certeza. – No deberían dejarlo salir a la calle sin bozal – declaró a este periódico el airado ciudadano.
En cuanto al cánido atacante, la policía descarta la posibilidad de que lo hiciera por hambre, pues según todos los indicios, parece ser que había desayunado bien y hacía poco tiempo. Se desconoce pues el móvil de los hechos, por lo que las investigaciones seguirán su curso mientras el detenido pasa a disposición judicial.

LA VERSIÓN DEL ATACANTE, PENSADA EN PRIMERA PERSONA:

Iba por la calle, caminando sin saber a donde, mientras en mi cabeza le daba vueltas y más vueltas a la cuestión. No sabía cómo iba a pagar el alquiler de este mes, pues con mi suegra enferma, sin trabajo desde que me habían sustituido como contable de la empresa por una computadora, sin muchas posibilidades de encontrar un nuevo puesto de trabajo a mi edad, y con cuatro hijos que mantener, que además comían como lobos, el asunto no estaba nada fácil.
¿Acaso nos íbamos a ver todos en la calle durmiendo? No podía permitirlo, pues tan sólo de pensarlo me daban ganas de gritar de rabia y frustración. Pero, ¿cómo solucionar esto? ¿Acaso atracando un banco…? No, no podía ser. Siempre he sido muy gafe y muy torpe, y seguro que acabaría pegándome un tiro en el pie yo mismo. Entonces, ¿qué hacer? ¡Dios mío, ilumíname, por favor, estoy desesperado! ¡Muéstrame el camino!
A todo esto le iba dando vueltas en la cabeza, cuando la respuesta a mis plegarias llegó… en forma de caca de perro. Pisé una, resbalé, y caí sobre ella. Para colmo de mis males, encima esto. Durante unos segundos, odié a todo el mundo, odié a la vida, a la gente, a las ciudades llenas de mierda, pero sobre todo, por encima de todas las cosas, odié a todos los perros de este planeta, y los hubiera matado a todos de tenerlos en mis manos. Ellos no tenían preocupaciones, no tenían que pagar agua, luz o alquiler, les daban la comida sin que tuvieran que hacer nada a cambio, tenían donde dormir, continuamente les estaban rascando y acariciando detrás de las orejas, y encima hacían caca en donde les venía en gana. Y mientras tanto, yo llevando una miserable “vida de perros”. ¡Ja! Ya hubiera querido yo en ese momento cambiarme por los adorables caniches de la marquesa de turno que siempre sale en las revistas del corazón. ¡Era intolerable! De buena gana le hubiera arrancado la oreja a uno de un mordisco. Eso me desahogaría, sí, desahogaría toda mi rabia. Vería en él al jefe de mi empresa, a mi “querida” suegra, a los gorrones de mis hijos, al vecino del quinto, con el que mi mujer coquetea todas las mañanas, al del tercero, que tiene un perro que se pasa toda la noche ladrando y no me deja dormir, a todos los perros del mundo, que andan cagando libremente por las calles, y a todos ellos les arrancaría la oreja de un mordisco. Sí, era una idea maravillosa. Así todos conservarían mi marca en sus orejas, y este maldito perro mundo no volvería nunca más a reírse de mí.


Y LA VERSIÓN DEL ATACADO, TAMBIÉN PENSADA EN PRIMERA PERSONA:

Nunca le he hecho daño a nadie. Me gusta jugar. Cuando hablo, siempre lo hago con buena intención, buscando juego, aunque no todos comprenden mi lenguaje, a veces sucede que piensan que estoy enfadado, cuando en realidad sólo te estoy pidiendo que me hagan caso. Cuando salgo a pasear, me gusta conocer a otros como yo, correr, saltar, brincar, revolcarme hasta no poder más, y acabar jadeante y feliz. Nunca cruzo la carretera sin permiso del hermano mayor de mi clan, que camina sobre sus dos patas traseras, me da de comer, me hace cosquillas detrás de la oreja y me tira palos para que vaya a buscarlos. Yo no entiendo por qué los tira lejos si quiere después que se los traiga de vuelta. Pero como él manda, yo obedezco. A veces marco mi territorio donde no debo, y él se enfada. Pero nunca es muy severo. Su castigo no pasa de un gruñido, y yo agacho la cabeza y las orejas, y él sabe que no tiene que pasar de ahí. Entonces vuelve a rascarme detrás de la oreja, y la vida vuelve a ser sencilla y feliz. Hasta el otro día. No sé por qué, un perro de esos que camina erguido sobre sus dos patas traseras, sin venir a cuento de nada, me mordió la oreja. Sin ningún motivo. No entendí por qué. Yo no le había hecho nada. Estaba a la mía, corriendo detrás una pelota o una ardilla o un lagarto, o quizá olisqueando traseros, ya no me acuerdo, cuando, de repente, se lanzó sobre mí con los ojos rojos y enseñando los dientes y me mordió la oreja. Me dolió mucho, y mi quejido se escuchó en todo el territorio. Por suerte, el hermano mayor de mi clan estaba cerca y salió en mi defensa, como es la obligación de un hermano mayor. Aunque no me gustó ese perro que camina erguido sobre sus patas traseras, ese que me mordió, me siento feliz de compartir el territorio de mi hermano mayor. Sé que no todos los perros que caminan erguidos sobre sus dos patas traseras son como aquél malo y gruñón que me mordió.

MORALEJA:

En toda historia siempre hay más de una versión.

N. del A.: Una reflexión personal para terminar. No son pocas las ocasiones en las que considero que si los seres humanos fuéramos como ellos, mejor nos iría. Por eso, jamás he entendido el llamar "hijo de perra" como un insulto. Mi señora madre también ha amado siempre a los perros (posiblemente a mí se me pegó de ella), y sé que no le importaría un pimiento la comparación con una especie tan noble, tan fiel y tan leal.


25 comentarios:

  1. Claro que los perros son mejores que los humanos... de hecho casi todo lo que habita el planeta es mejor que los humanos.
    Y los perros son unos seres maravillosos.
    Perros, árboles, olas.... todo es hermoso menos los que nos cargaremos el planeta.

    Saludos.

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    1. Sería cierto eso que dices, amigo Toro, si no fuera porque también he conocido a mucha gente maravillosa a lo largo de mi vida, en muchas circunstancias diferentes... Digo más, últimamente por aquí mismo, por Blogger. Y tú eres uno de ellos.

      Saludos.

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  2. Me encanta!!
    Rebosa ingenio, humor y sabiduría sobre el mundo "perruno" y "humano".
    Cómo amante de los animales que soy, no puedo por menos que pensar en morderle la oreja al de "dos patas".
    Te felicito por el relato y por tus perritos.
    Me has llegado!!!

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    1. Muchísias gracias, me encanta que te encante, y más sabiendo que también eres amante de los animales.

      Un fuerte abrazo.

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  3. Pero qué maravilla de texto, Alfredo… Ingenioso, bien llevado, pero sobre todo, con un trasfondo merecedor de una grandísima ovación. Tengo que decir que yo soy amante incondicional de los animales. Tengo dos perros… Uno es una perrita abandonada que me persiguió hasta llegar a mi casa, y naturalmente me la quedé. Y el otro, lo adopté en un refugio de animales. Es pues que tus letras me han llegado, además de por la magnífica moraleja, por lo mucho que significa…

    Así que no puedo más que felicitarte, y decirte que ha sido un grandísimo placer leerte…

    Mil Bsoss!!

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    1. Muchísimas gracias, mi amiga Ginebra, y ahora más cómplices que nunca en nuestra amistad al saber que también tienes a dos peluditos recogidos, como yo, y que sientes por ellos lo mismo que yo siento por los míos.

      Mil besos también para ti.

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  4. No podría estar más de acuerdo contigo Alfredo, esta de más decir que tengo una preciosa minipinchers que me tiene totalmente enamorada y como bien dices y aquí mi propio criterio también, ojalá cierta parte de personas fuesen animales, aprenderian lo que es la nobleza, valor que el ser humano, carece.
    Besitos miles a Luke y a Trasto. Vaaa para su dueño también :-)

    Yayone.

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    1. !Jejejejeje!

      Muchísimas gracias, Yayone, por tus palabras.

      Y por supuestísimo, también por el beso. ;)

      Otro grande para ti.

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  5. Muy buena manera de promocionar el mundo perruno, fieles compañeros que no siempre son debidamente apreciados.
    Un texto muy original y cumple una buena misión.
    Saludos.

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    1. Muchísimas gracias, Alfred. Me alegro mucho de que te haya gustado. Y sí, a veces necesitamos que nos recuerden incluso lo más obvio.

      Saludos.

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  6. También adoro a los perros, tengo dos Chihuahueños, también me indigno cuando escucho hijo de perra. Espero que la noticia no sea cierta. Definitivamente los perros son mejores que los humanos, yo como la Bardot, mientras más conozco a los humanos, más amo a mis perros.
    Un beso.

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    1. No, amiga Sara, la noticia salió mi imaginación. En cuanto a lo de los amores perros (perdón por el guiño cinéfilo), también debo decir que he conocido unos cuantos humanos nobles, leales y sinceros, aunque a veces nos emperremos (otra vez mis disculpas, esta vez por el obvio juego de palabras) en ver sólo lo negativo. Por aquí mismo he descubierto gente maravillosa. Tú misma, que esta mañana me invitaste a desayunar y me arrancaste una sonrisa con un texto que destilaba buen humor y positividad.
      Besos.

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  7. Totalmente de acuerdo... En toda historia siempre hay más de una versión. Un relato con varios puntos de vista para poder situarnos en cada situación... Muy bien hilvanado.

    Te felicito por el texto y por esos perritos tan monos


    Mil besitos.

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    1. Es que, aunque mi amor por los animales en general y por los perros en particular parece ser el eje central por ser la suya la última palabra, en el fondo sí que intenté ir un paso más allá: Relatar concisa y brevemente la forma en que, en algunas ocasiones, la prensa trata un asunto, siendo parcial y subjetiva, sin escuchar las demás versiones; El modo en que la sociedad nos deshumaniza hasta el punto de que un humano puede llegar a sentir que vale menos que un perro; Cómo, cuando nos paramos a escuchar a aquellos que generalmente no tienen voz, puede cambiar nuestra percepción de las cosas (en vez de un perro bien podría haber sido un indigente)... No sabes cómo me alegra que me digas que el conseguido hilvanar bien los diferentes matices. Muchísimas gracias.

      Otros mil besitos para ti.

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  8. Yo sólo sé que hay hombres bastante más animales que los perros.
    A mi me chiflan los perros, tanto que no tengo ninguno porque cuando se murió mi perrita sentí tal dolor que no he sido capaz de volver a tener otro.

    Un beso

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    1. Te entiendo perfectamente. Después que murió un yorkshire que tuve en mi adolescencia (y que para cachondeo general se llamaba Conan) me costó muchísimo volver a decidirme a tener perro otra vez, precisamente por el dolor que me causó su muerte.

      Besos, y feliz semana.

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  9. Tu crónica da para pensar y recapacitar y mucho
    Adoro a mi perra una labradora que me comprende con una mirada, he tendido siempre conmigo perritos; soy de campo me crié con ellos y se de su lealtad, aunque alguno tb sale atravesado no te creas jajaja

    sabes? de tu texto saco una conclusión . nos hemos desnaturalizado tanto tanto que los problemas hasta los más ínfimos nos ahogan , nos saturamos de tanto que en esa ansia de tener , perdemos tanto bueno... tanto
    Un beso Alfredo .
    Te digo que te felicito , se que si vuelvo a leerlo tendría otra visión , otras palabras eso si partiendo de que ellos son nobles y lo dan todo sin pedir nada
    perderse en su mirada es ver la belleza de la vida , esa la simple la buena

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    1. Muchas gracias por tus palabras, María. Me alegro muchísimo de que te haya gustado.

      Y sí, es cierto, nos ahogamos a veces en vasos de agua y no vemos más allá de su superficie de cristal, no vemos que algo tan simple como la mirada de un perro, o salir con él a caminar bajo el sol, al aire libre, a correr y a jugar con él, nos da una paz que no encontraremos jamás en ninguna posesión material.

      Besos, María, te deseo un buen comienzo de semana.

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  10. Adoro a los perros. El hombre tenía que haber echado bocado a la oreja del dueño del perro. Son los dueños los culpables del mal que pueda causar un perro.
    Me ha encantado tu post.
    Besos

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  11. Amén a eso, hermano. Hijos de perra es en muchas ocasiones más un cumplido que un insulto... mucha más de esa lealtad perruna y de su honesto afecto es lo que necesita este mundo, y menos hijos de *************************

    Muy grande el relato, pobre perrito. Los perros que caminamos a dos patas a menudo somos traidores y mezquinos, no somos muy de fiar en realidad.

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    1. Muchísimas gracias, amigo. Siempre que nos paramos a escuchar la otra versión, la del que normalmente no tiene voz, acabamos bastante sorprendidos, y llegamos incluso a empatizar con él, aunque, como en este caso, ni siquiera sea humano. Ahí creo yo que es cuando somos un poquito menos traidores y mezquinos, y un poquito más "hijos de perra", en el sentido más amable y más loable de la expresión.

      Me alegro mucho de que te haya gustado. Un abrazo.

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  12. Qué lindo ! Personalmente profeso un profundo respeto por los animales. Hace muchos años mi madre me regalo un perrito, lo cuide y amé tanto, que cuando una bestia de vecino, lo mató, no me quedaron ganas de tener otro.
    Hasta que me encontré a uno, deambulando por mi puerta, lo cuide, lo curé y lo quise. Hasta que así de la misma forma que llegó , así se fue.
    Los perro son leales mucho más que algunos de 2 patas.
    Un abrazo !

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    1. Respecto a tu vecino, diría que no merece ni el calificativo de bestia, se queda corto para describir lo que es.

      Y muy cierto, son ángeles de cuatro patas que llegan a nuestra vida cuando es su momento de llegar, y se van cuando es su momento de partir.

      Abrazos miles.

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