Aviso para los corazones sensibles: este relato es lo más
espeluznante que jamás haya salido de imaginación humana. Para
escribirlo tuve que descargar en mi pluma todo mi odio y todos mis
sentimientos negativos, y tener una voluntad de hierro para no sucumbir
ante lo espantosamente abismal que, en mi insensata osadía, me estaba
atreviendo a describir con palabras que me fueron dictadas sin lugar a dudas por algún
espíritu oscuro que, desde ese día, ha invadido mi vida y ya nunca jamás
me dejará descansar en paz. Avisados quedáis aquellos que en la lectura de estas letras malditas libremente os adentréis.
Había
dedicado mi vida por entero al vicio y al fornicio. No había pecado
en el que no me hubiera revolcado con placer, salvo el de la pereza,
pues consideraba que pocas eran las horas que tenía el día como
para andarlas perdiendo en el sueño. No estaba en la cama más que
lo justo para levantarme descansado y listo para la siguiente
ronda de pecados. Y si me quedaba en el lecho, no era para dormir,
precisamente. Ya me entendéis. Las noches transcurrían de juerga en
juerga, de borrachera en borrachera, de orgía en orgía. Y más de
una vez me sorprendió el alba en plena partida de cartas, o jugando
al ajedrez sobre la extraña geometría de la espalda de alguna dama
de sospechosa reputación. Mas, como la juventud no ha de durar
siempre, y las fuerzas han de ser por fuerza finitas, heme aquí que
en un momento determinado comencé a temer que no pudiera aguantar
ese ritmo durante mucho más tiempo. Pero no estaban mis temores
fundados en esos relatos de mojigatos que, después de coquetear con
el desastre, sienten una punzada de beatitud en el alma y se
arrepienten de todos los pecados cometidos para que dios los acoja en
su seno cuando les llegase la postrera hora. No, no era yo de esos. A
mí me daban igual la beatitud y la santidad. No deseaba yo ser
salvado, ni el eterno descanso de mi alma en la gloria de ningún
dios. En absoluto. Lo único que deseaba es que no me fallaran las
fuerzas en mi afán de exprimir la vida al máximo, y que si me
encontraba la parca, me encontrara en plena diversión. Así que,
como tan de moda estaba en mi época, invoqué al diablo con objeto
de hacer un trato con él, un pacto por el cual él se llevaría mi
alma.¿Y qué me daría a cambio? De mi boca, en la reunión que
ambos mantuvimos, sólo salieron siete palabras, ante las cuales
sonrió, con su tan reconociblemente maléfica sonrisa, me dijo que
no había ningún problema al respecto, y materializó entre sus
manos, en un “tour de passe” de llamaradas y humo, un pergamino
con un contrato escrito, el cual yo debía firmar con mi sangre. Todo
muy normal, tal y como lo había leído una y mil veces en las
novelas románticas tan en boga por aquel entonces. Y las siete
palabras que de mi boca salieron fueron las siguientes: “no quiero
volver a aburrirme nunca más”. Maldito demonio. En mala hora me
embaucaste con tus tretas y tus malas artes. No había pasado apenas
una hora desde nuestro infernal encuentro, cuando tropecé por
casualidad con una señorita de la que quedé automáticamente
enamorado. No sé cómo ni por qué pudo suceder tal cosa, pues
siempre había sido yo inmune a los estragos del amor. No me cabe la
menor duda de que el diablo tuvo algo que ver en todo este embrollo.
Y la muy desgraciada no tuvo mejor idea que la de enamorarse ella
también de mí a su vez. Así que, como dos tortolitos, paseamos
cogidos de la mano declarándonos nuestro mutuo amor. Y como no hay
amor novelesco que se precie que no acabe en boda, pues que
casándonos como está mandado que hubimos de acabar. Y sí,
“acabar”, no encuentro mejor palabra para definir mi vida desde
ese momento. Pues resultó que mi recién estrenada y amada mujercita
no sólo era tremendamente fértil, sino además proclive a los
partos múltiples. Quintillizos tuvo en su primer parto, mientras yo
no salía de mi asombro viendo semejante ejército saliendo de su
útero, dispuesto a sitiar mi vida. Desde ese día es cierto que ya
nunca más he vuelto a aburrirme: no tengo tiempo. Ya no duermo, pero
no porque ande de parranda como hiciera antaño, sino porque me paso
toda la noche preparando biberones, cambiando pañales y meciendo por
turnos a unos y a otros. El día me lo paso por entero trabajando de
sol a sol para pagar la gran multitud de facturas que se acumulan de
los gastos derivados de la manutención de semejante prole. En este
mi nuevo estado, rogaría a dios que me llevara pronto, para poder
descansar en su seno. Pero me sería inútil, pues bien sé que dios
me ha abandonado, y que el diablo me concedió también, junto con mi
mujer y mis hijos, una salud de hierro y una vida longeva para que
pudiese “disfrutar” de su “regalo” hasta el fin de mis días,
que aún quedarán muy, muy lejanos. Y mientras tanto, voy penando,
“agradeciendo” al diablo haberme concedido mi deseo: no quiero
volver a aburrirme nunca más”. Y es que hay que tener mucho
cuidado con lo que se le pide al diablo.
MORALEJA: Los deseos, una vez cumplidos, muchas veces no resultan tal y como esperábamos que fuesen.
Jajajajajajajajaja! ...es lo primero que te leo y me he divertido mucho; hasta se me ha cruzado algún nombre como protagonista de tu historia, y me he reído aún más!
ResponderEliminarYo también digo siempre, "ten cuidado con lo que deseas, podría cumplirse!"
Un beso... y por aquí me quedo, con o sin permiso... ;)
Todos tenemos algún nombre en la cabeza de algún insensato o insensata que deseó y se le cumplió el deseo, a su pesar...
EliminarMe alegro de que te haya gustado, y por supuesto que te puedes quedar, estás invitada. Y digo más, si tú también tienes algún blog donde escribas, me pasaré por él a leerte siempre que pueda.
Besos.
Muy bueno, Alfredo... Nos invitas con una introducción, ya de antemano, intrigante, y nos sometes a un relato la mar de ameno y divertido.
ResponderEliminarTe felicito... Ha sido una gozada leerte.
Mil besitos.
Muchísimas gracias, compañera, ha sido mismo lo que he intentado, un giro de 180 grados de lo terrorífico a lo humorístico.
EliminarBesos.
Jjajajajaa ¿así que ya no tienes tiempo de aburrirte eh?no me extraña con el ejército que tienes con tanto bebé jajajaja qué noches más entretenidas preparando biberones y cambiando pañales jajaja.
ResponderEliminarMuy bueno este relato, Alfredo, me has sacado sonrisas.
Un beso grande.
Por suerte para mí, cualquier parecido entre la realidad de mi vida y este relato es pura coincidencia... Si no, no tendría tiempo ni para escribir ni para atender este blog... Jejejejeje! ;)
EliminarMe alegro de haberte sacado esas sonrisas, fue mi intención.
Besos.
Qué bueno buenísimo, Alfredo!! Sin respiración me tenías…qué tendrá ese “lado oscuro” que atrae considerablemente… Y es que, hay que tener cuidado con lo que se desea, desde luego, y más aún con esos pactos!!! Jajaja…qué bueno… Eres un crack, amigo!!
ResponderEliminarY si ya el relato es una maravilla, que te atrapa desde el principio para después dar ese increíble y divertido giro…además, tiene una buenísima moraleja. A veces creemos que esos sueños o deseos que queremos ver cumplidos, van a ser tal y como imaginamos, y en realidad, pueden ser totalmente distintos, e incluso desembocar a cosas inimaginables…
Así que bueno, con cuidado, y nada de pactos! Jajaja
Un placer, amigo ;-)
Bsoss de madrugada!
Amiga Ginebra, qué te voy a decir a ti de lados oscuros y de diablos, si tú eres mi diablesa preferida...
EliminarEn cuanto al relato, cierto es que fue lo que intenté con premeditación y alevosía: ir a 200 kilómetros por hora y, de repente, dar un volantazo, viraje, derrapaje, y giro de 180 grados, del terror al humor. Y parece que lo conseguí. Y encima con moraleja incluida: el problema de los deseos, cómo imaginamos que serán antes de conseguirlos, y cómo son realmente una vez conseguidos. Eso daría para una disertación de cuatrocientas páginas.
Así que tendré muy en cuenta tu consejo: cuidado, y nada de pactos... Jejejejeje! ;)
Besos, amiga mía.
ay que loco ¡¡ mira que no te tenía pensado leer a la noche cuando vi la introducción de tu relato
ResponderEliminarjaaaaaa
a ver hombre de dios ( o del diablo ..) a su gusto lo dejo
a estas horas donde en los hogares las parejas se disponen al fornicio va vuesa merced y describe semejante fortuna tras compartir mesa con Belzebú ¡¡
seguiría conversando con vos Don Alfredo , más me temo que por el laburo que le espera al alba ya estará dando merecido descanso a su osamenta
jajaja
Un beso querido amigo
fuera bromas , genial¡¡
Jajajajajajaja! Qué bueno tu comentario, María, me ha encantado. Y sí, hay que tener cuidado si se está en el fornicio incluso con la pareja, porque las bromas que gasta Belzebú con quintillizos son cosa seria.
EliminarUn beso, mi amiga, como siempre, un placer tu contribución en este, mi rinconcito.
O sea que al final el diablo no da sobrinos a quien Dios no le da hijos, sino hijos también y generosamente.
ResponderEliminarBuenísimo relato.
Un abrazo.
Me alegro de que te haya gustado, amigo Chema. Y sí, hay que tener mucho cuidado, del diablo nunca hay que fiarse, porque de un modo u otro, siempre nos la juega.
EliminarAbrazos.
Magistral, jajajaja. A más de un@ se le estaría muy bien empleado...
ResponderEliminarUn abrazo!
¿A que sí? Jejejeje! En lo que estarían ocupados cambiando pañales y dando biberones, no estarían dando por cul... molestando por ahí. ¿O no?
EliminarAbrazos.
Jajaj cuidado con lo que deseas...más claro imposible. Muy bueno, como siempre!! Un abrazo!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, compañero, me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Hola Alfredo, excelente relato, me ha tenido sin aburrirme ni un instante.
ResponderEliminarAl final no fue un trato con el Diablo sino con Dios, que es muy proveniente y sabe recuperar a los hijos extraviados.
No importa que no sea creyente, lo importante es que sea una buena persona.
Le agradezco su hermoso comentario en mi blog.
Publicaré el día 1 de mayo, solo una vez al mes, más no puedo hacer.
Un gran abrazo
Sor. Cecilia
Me alegro muchísimo de que le haya gustado, Sor Cecilia.
EliminarY ha dado usted en el clavo: lo que necesita este maltrecho mundo son más buenas personas, independientemente de que crean en lo que crean.
Estaré atento a su publicación, y mientras tanto, siempre que el reloj y la agenda me lo permitan, iré leyendo sus entradas más antiguas.
Un gran abrazo también para usted.
Genial de verdad jaja no me esperaba que terminase así después de leer el principio. Moralejaza, sí señor, hay que tener siempre mucho cuidado con lo que se desea. Un saludo
ResponderEliminarY es que, en nuestra mente, imaginamos cómo va a ser algo que deseamos mucho, y a veces sucede que una vez que lo conseguimos no cumple las expectativas que nos habíamos hecho, pues le pusimos el listón demasiado alto quizá.
EliminarTe agradezco tus palabras y me alegro muchísimo de que te haya gustado.
Saludos.
ALfredo ese rufián convertido en tortolito es todo un poema, ahora le toca purgar todas sus travesuras atendiendo a su prole. Al final le jugaron una diablura.
ResponderEliminarGraciosa esta historia,ya me lo decía mi madre " no tientes al diablo hija que este puede darte gato por liebre".
Saludos
Puri
Casi se pordría decir que Dios y el Diablo se confabularon para hacerle esta jugarreta que podría ser llamada "justicia divina", ¿no? ¡Jejejejeje!
EliminarSaludos.
Jajajaja, me he adelantado a tu última frase, jajaja.
ResponderEliminarTe lo tienes merecido, jajajaj. Me parto. Quintillizos, pa morirse :P
Besos, jajajaj
Bueno, miremos el lado positivo: al menos fueron cinco, y no seis, o siete, u ocho... Aunque me da que ya a esas alturas al hombre esos cinco le parecerían quinientos, o cinco mil... Jejejejeje! ;)
EliminarBesos, Celia.
Jjajajaja quintillizos!!
ResponderEliminarNo quiero ni pensarlo!
Eso le pasa por pedir...
:P
Besos.
¿A que sí? Seguro que éste se lo pensó dos veces la siguiente vez que estuvo tentado de pedir un deseo... Jejejejeje! ;)
EliminarBesos.
Jajaja, pero que tramposo eres, hiciste volar está mi imaginación a los portales del averno, y me quedé estupefacta con el final. Jajaja hiciste mi día, empecé súper , riéndome. Te quedó genial. Está como para empezar un libro.
ResponderEliminarGracias por compartir tu genialidad.
Un abrazo!
Es que yo también soy un diablillo travieso que se complace en engañar al personal, sólo que para arrancarle carcajadas. Si te hice reír, ya soy feliz.
EliminarGracias a ti por tus palabras.
Un abrazo.
Joder... que mala leche tiene el diablo...
ResponderEliminarSaludos.
Ya sabes cómo se las gasta...
EliminarSaludos.
Muy interesante y real tal cual la vida misma, hay que tener mucho cuidado con lo que se desea y piensa, los pensamientos-deseos son energía activa y llegan, más pronto o más tarde, tal como los queremos o diferentes pero llegan, tal vez no, en el momento oportuno.
ResponderEliminarGracias por tu visita y seguimiento, con tu permiso me quedo.
Un abrazo.
Ambar
Muchísimas gracias por pasarte, por leer y por tus palabras. Por supuesto que eres más que bienvenida.
EliminarUn abrazo.
Si es queeee...a quién se le ocurre pactar con Satan!!!Jajajajajaja no querías taza...pues ración quintuple, ea!
ResponderEliminarEmpezaste con un escabroso comienzo que juro pense...(madre mía yayone, estas segura que quieres leerlo?)...y mira tu por donde me llevé la sorpresa más bonita y hermosa.
Ahora vas, y vuelves a pactar con el diablo jajaja
Besos todos, compañero.
Y es que hay mucho inconsciente por ahí, querida amiga mía, que se mete sin saber realmente dónde se mete... Jejejejejeje!!! ;)
EliminarMuchos besos, y buen día.
Satan no te va a hacer la vida fácil ;)
ResponderEliminarUn saludo.
De repente se me acaba de ocurrir que es como la letra pequeña de los créditos hipotecarios. En la publicidad televisiva te los pintan como la panacea, pero, cuando los firmas, te encuentras más empantanado que si tuvieras de golpe quintillizos.
EliminarAbrazos.
Esperaba un relato terrorífico y..... vaya,pues en cierto modo si lo es...... jajajajajajaja. Me lo he pasado francamente bien leyendo este relato tuyo.Saludos.
ResponderEliminarMe alegro muchísimo, amigo, es lo que pretendía, arrancar una carcajada con un giro inesperado. Saludos.
EliminarEl deseo fue cumplido y a trabajar duro para no estar pensando cosas, ni aburrirse, ni nada, que hay que buscarse la vida y el sustento para esos quintillizos. Además de los biberones, etc, etc. Sí que es espeluznante! Jaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un poquito sí, desde luego... Jejeje!
EliminarAbrazos.
Jajajaja ¡En menudo aprieto se ha metido el solito! Y es que los pactos con el diablo y los deseos concedidos por manos de simios no suelen terminar bien, eso lo sabemos todos ^^ Al menos no se volvió a aburrir que a fe de diablo, es exactamente lo que pidió.
ResponderEliminarBueno, amigo Holden, es lo que tiene no leer la letra pequeña de los contratos, ¿no? Un abrazo.
EliminarGenial relato. La gente pactando con el diablo y él, tan listo, ayudando a (pro)crear un montón de almas a las que aplicar futuros tormentos en el averno.
ResponderEliminarBuena historia y muy bien escrita. Enhorabuena.
O carne de cañón, o carne del inem, que ya sabemos cómo se las gasta el diablo. Me alegra que te haya gustado.
EliminarSaludos.